domingo, 14 de agosto de 2011

LA MISTERIOSA LEY DE LA VIDA

LA MISTERIOSA LEY DE LA VIDA

Hace unos 300 años, un científico observaba un pedazo de corcho a través de un microscopio. Admirado, vio que era como las celdas de un panal de abejas; parecía como una construcción de miles de pequeños ladrillos. Así comenzó un estudio que llevó a comprender que todo lo que está vivo, ya sea una persona, un animal o una planta, está formado por diminutos ladrillos llamados células. Y cada ladrillo, cada célula, tiene vida propia.
(Recordemos que la célula principalmente está formada de: mitocondria, vacuola, envoltura nuclear, nucléolo, núcleo, membrana citoplasmática, citoplasma entre otros).
Hay animales tan pequeños que no se pueden ver a simple vista. Las amebas que viven en los intestinos del ser humano, por ejemplo, están formadas por una sola célula. Una ameba es como una bolsita llena de agua. No tiene ojos ni patas. Sin embargo, come y se reproduce. ¿Pero cómo se reproduce? Cuando la ameba es adulta, se le forma una cintura y parece un 8. Al cabo de un rato se parte y forma dos amebas jóvenes. Se ha comprobado que así se reproducen todas las células.
Una célula solo puede nacer de otra célula, pues solo un ser vivo puede pasar la vida a otro. La vida de un ser humano comienza cuando se unen una “media” célula del padre con una “media” célula de la madre, formando así una célula nueva. Esta célula crece, se parte y forma dos. Después las dos se vuelven a dividir para formar cuatro. Así se siguen reproduciendo. A la semana ya hay un cuerpito que parece un gusanillo, formado por miles de células. Pasan nueve meses y nace el niño. El abuelo lo va a conocer y dice: ¡Miren, se parece al papá, pero los ojos y el pelo son los mismos que los de su abuela!
¿Cómo se transmite la herencia?
En el año 1869 un científico suizo descubrió una sustancia en el núcleo de las células. Se le llamó ácido desoxirribonucleico o ADN. Pero tuvieron que pasar 84 años más para descubrir que ese ácido en realidad está formado pro dos hilos muy delgados y largos, trenzados el uno con el otro. Observando muy bien esos hilos a través de microscopios especiales, se puede ver que están formados por minúsculas bolitas, una tras otra, como las perlas de un collar. Un solo hilo está formado por millones de estas bolitas. Estas bolitas son moléculas. Pero no todas las moléculas del collar son iguales. Hay cuatro clases distintas, un poco diferentes en su tamaño y su forma. Los científicos usan cuatro letras para diferenciarlas: A-T-C y G. Con esas cuatro letras está escrita la misteriosa ley de la herencia de cada persona. Pues en cada persona esas letras se repiten de manera diferente. Es como si esas cuatro letras formaran palabras. Y esas palabras formaran frases, y las frases formaran una poesía. Y en cada persona la poesía es diferente. Para poner una comparación, podemos decir que un pedacito del hilo, formado por unas 2000 letras, es una palabra. A las “palabras se les llama genes. Y al conjunto de todas las letras se le llama genoma. (Según las investigaciones, los seres humanos tenemos en cada célula 3.200 millones de parejas de letras).
Pero sigamos con la comparación: para escribir una poesía se necesita un papel y también un lápiz, una mano, una voluntad, un deseo…Así también en una pequeña célula hay muchas cosas más que el genoma. Para que las células formen un ser, se necesita vida. Y la vida es y seguirá siendo un misterio. El principio de la vida es como el principio del Universo: para explicarlo no hay palabras.
Unos años después se descubrió otra cosa: en realidad los hilos trenzados que forman el genoma humano están compuestos por 46 pedazos. A estos 46 pedazos se les puso el nombre de cromosomas.
Aún existen muchas dudas sobre cómo se transmite la herencia, pero se han averiguado cosas interesantes. En el momento de la concepción, se unen 23 cromosomas de la madre con 23 cromosomas provenientes del padre. Se completa entonces una célula con 46 cromosomas, que lleva toda la información de una nueva persona.
Se estima que un ser humano tiene unos 35 mil genes diferentes. O como decíamos: 35 mil “palabras” diferentes. Según sean los genes que utiliza cada célula, así se formarán los diferentes tejidos del cuerpo: la piel, los huesos, los nervios y todo lo demás.
Los científicos estudian y experimentan para llegar a entender la función de cada uno de los genes. Por ejemplo, hace algunos años a los diabéticos se les aplicaba insulina extraída del páncreas de los cerdos. Muchas veces esta insulina les producía alergias por ser diferente a la humana. Los científicos lograron identificar cuál es el gen humano que produce la insulina. Tomaron un gen de esos y lo “sembraron” en una levadura. De esta manera lograron producir una levadura que fabrica insulina humana. Algo así como los hongos de la chicha, que producen alcohol. Esta insulina es la que usan actualmente los diabéticos.
Es de esperar que los científicos lleguen a producir muchos otros medicamentos como éste, para combatir enfermedades que hasta ahora parecen incurables.
Cada especie de planta o de animal tiene su ADN propio. Por eso es como es. El orden de las letras en las células de los conejos es distinto al orden de las letras en las células de las ardillas. Cada especie tiene un código distinto, pero eso sí, formado por las mismas cuatro letras.
Sin embargo, a pesar de tener un mismo código, en una misma especie las cosas pueden cambiar: en una colmena de abejas la reina pone los huevos. Las obreras fabrican las celdas y alimentan con miel a las larvas o crías. Lo curioso es que pueden alimentar una larva de obrera con una miel especial, llamada jalea real, para que nazca una nueva reina. Se supone que el ADN de todas las larvas hembras es parecido, pero reacciona de diferente manera según sea la alimentación.
Otro caso es el de la mayoría de las tortugas de mar. Ellas llegan a la playa y entierran sus huevos en la arena. Luego regresan al mar a seguir su vida. Se ha comprobado que si el calor de la arena es menor de 26 grados, nacen solo tortugas macho. Si está entre los 26 y 28 grados, pueden ser hembras o machos. Pero si es mayor de 28 grados, nacen hembras. En este caso el ADN reacciona según la intensidad del calor.
Un caso que llama la atención es el de los gemelos idénticos. Son como copias uno del otro y tienen igual ADN. Sin embargo, aunque sean exactamente iguales en su aspecto físico, son diferentes en sus sentimientos y manera de ser. Dios puso vida en cada vida y por eso somos diferentes.
La prueba de ADN: prueba perfecta.
Casi en todos los países se está empezando a usar la prueba del ADN para identificar criminales o para comprobar quién es el padre de un niño. Por ejemplo, en Costa Rica recientemente se aprobó una ley que dice: “todo niño tiene derecho a un padre, aún habiendo nacido fuera del matrimonio”. En caso de que el padre tenga duda para reconocer a su hijo, debe hacerse la prueba del ADN.
El cuerpo de una persona adulta tiene muchos millones de células. Todas las células de una misma persona tienen el mismo ADN. Por eso para hacer una prueba de paternidad, los especialistas toman una sola gota de sangre, pues en ella hay unas 10 mil células.
Se ha comprobado que en el hilo de ADN las moléculas se acomodan formando grupitos. Esos grupitos en cada persona pueden ser distintos y en algunas personas se repiten más veces que en otras. A esto se le llama repetición. Una persona puede tener una misma repetición 20 veces, mientras que otra puede tener 30 repeticiones.
Para comprobar quién es el padre de un niño, los especialistas toman una muestra de células del padre, otra del niño y otra de la madre. Luego analizan el ADN de cada uno. Al ser tan pequeños los grupitos de moléculas, se necesitan equipos especiales para hacerlas visibles.
El ADN de una persona está formado por la mitad del padre más la otra mitad de la madre. Por eso al examinar el ADN del niño aparecen tanto la misma clase de repeticiones de la madre como la clase de repeticiones del padre. Si la mitad de las repeticiones son como las del padre y la otra mitad como las de la madre, se puede decir que el niño desciende de esas dos personas. Si el niño tiene repeticiones que no aparecen en las células del supuesto padre, se descarta la paternidad.
También con la prueba del ADN ha sido posible identificar al culpable de un crimen al encontrar una muestra de sus células hasta en la saliva dejada en una colilla de cigarro. Luego se compara el ADN encontrado con el del sospechoso. Si son iguales es porque pertenecen a la misma persona. Por eso se puede decir que es la prueba perfecta. La posibilidad de que exista otra persona con esas mismas repeticiones en su ADN, es una casualidad que se da por ahí de una en cada 30 millones. Así la posibilidad de culpar a un inocente es de una en 30 millones.
Un caso interesante son los resultados de la prueba de ADN de un gemelo ya que son iguales a los de su compañero. Por eso los gemelos idénticos se pueden confundir con esta prueba, pues tienen idéntico ADN.

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